Aunque no es un término nuevo, ya que desde que Henry W. Chesbrough lo acuñará en 2006, se ha escrito y hablado mucho sobre este paradigma, de hecho me gusta introducir este término en las clases de transformación del modelo de negocio impartidas en Fundesem. Hoy durante una cena de trabajo en Pont de Roide (Francia) ha salido a colofón y hemos estado hablando largo rato sobre el mismo y la implicación que supone aplicar este tipo de filosofía en las organizaciones. El paradigma de Open Innovation sugiere que las ideas valiosas pueden provenir de dentro o fuera de la empresa, y que pueden ir al mercado de la misma manera.
La innovación abierta es el uso de los flujos de entrada y salida de los conocimientos para acelerar la innovación interna, y ampliar los mercados externos, lo que requiere de la participación a un mismo nivel de todos los involucrados, tanto los internos como los externos a la empresa o institución. Open innovation incorpora el modelo de negocio como fuente de creación. Y por tanto extiende su efecto más allá del territorio de la innovación técnica de producto o servicio y permite pensar en rediseñar mediante cambios incrementales nuestro actual modelo de negocio o crear un modelo de negocio radicalmente distinto a través de la innovación disruptiva, contemplando modelos de negocio en otros sectores de actividad distintos al nuestro pero que han aplicado alguna innovación que les ha permitido un posicionamiento y creación de valor antes desconocido.