Si algo hemos aprendido tras cinco años de crisis económica,
es que el tiempo de hacer siempre lo mismo y esperar obtener resultados
positivos, se ha acabado. No estamos sumidos en el final de un ciclo económico,
sino que estamos asistiendo al final y comienzo de una nueva era. Tomando como
telón de fondo la actual situación económica, y tras varios años viajando y
trabajando con distintos equipos y situaciones alrededor del mundo, me ha
sorprendido sobremanera la lectura del libro “Reverse Innovation: Create farfrom home, win everywhere” de Vijay Govidarjanm
profesor de negocios internacionales de Tuck School of Business,
fundador del Center for Global Leadership de Tuck y tercero en la lista de
Thinkers50 de los pensadores más influyentes, y su colega en Tuck Chris Timble.
En un mundo cada vez más
globalizado la diferencia entre economías se estrecha y sin embargo, la mayoría
de empresas elige los países desarrollados como punto de partida. La innovación
invertida o ‘reverse innovation’ propone justamente lo contrario, empezar en
los países en desarrollo para después llegar a todo el mundo. La lógica
nos dice que el mejor lugar para poner en marcha una idea de negocio es en
‘casa’ en el país de origen y que, en caso de que funcione, ya se podrá
trasladar después a otras regiones, es decir, internacionalizarse. ¿Y si este
no fuera el mejor camino?.
Govindarajan explica que la idea se basa en que “la mayoría de empresas globales reconocen que
los mercados emergentes se han convertido hoy la última fuente de crecimiento.
Pero lo que hacen todas esas empresas es modificar y exportar productos que
desarrollan para su país de origen”.
Si bien este puede parecer un desarrollo lógico, “para capitalizar todo el potencial de los
mercados emergentes, deben ir en dirección contraria- innovando especialmente
para ellos y desarrollando países para crear avances que serán adaptados luego
al lado de casa y alrededor del mundo”. La clave en muchos casos
está en saber aprovechar las ventajas de los mercados emergentes, ya que “los mayores obstáculos para revertir la
innovación no son científicos, técnicos o presupuestarios. Son de gestión y
organización, y con el derecho de pensar y las herramientas correctas pueden
ser superadas por cualquier directivo. Mejor todavía, las pruebas muestran que
las empresas pueden ganar lo mismo o incluso mejores márgenes y rendimiento con
productos low-cost diseñados para China o India que con productos de mayor
coste en el país de origen. El resultado es un win-win en casa y fuera”, recalca
Govindarajan.
Además nuestra “avanzada” forma de pensar y desarrollar, nutrida por años de superación y condicionada por infinidad de normas de uso, hace que los nuevos productos resulten “excelentes” para ser consumidos en unas economías donde lo que se busca es la mejor solución a un problema, a un coste pertinente. Es en este punto donde podemos encontrar la mayor de las ventajas, si somos capaces de integrar en las etapas de desarrollo de producto, la cultura del país de destino y pensar como pensaría el consumidor de ese mercado sin presuponer atributos que pueden encarecer la solución final y no serán apreciados por el consumidor.
- Las compañías en los mercados emergentes saben cómo prosperar en entornos sin apenas dinero circulante y financiación, los principales problemas que el mundo (también el desarrollado) hereda de la presente crisis mundial.
- Hacer negocios en mercados como el chino o el indio proporciona ideas ignoradas previamente en Occidente, debido a la existencia de mayores niveles de bienestar y a un cierto conservadurismo de los patrones tecnológicos.
- Es más económico y menos traumático fracasar en los mercados emergentes, y también más barato conseguir el éxito, ya que se puede tener mayor impacto con menor capital.
- Los principales países emergentes cuentan con inmensos mercados y una competencia limitada, ya que la mayoría de la población, con menor poder adquisitivo, ha sido históricamente ignorada como público objetivo.
Usemos
la innovación inversa para crear oportunidades que nos permitan acabar de una
vez con la única crisis amenazadora: la tragedia de no querer luchar por
superarla (Albert Einstein).
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