"El hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta" Charles Dickens

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lunes, 30 de abril de 2012

CRADLE TO CRADLE


Hace unas semanas tuve la suerte de ver en La2 un documental que hablaba sobre la obselescencia programada, y como las empresas utilizan este concepto para "gestionar" la vida útil de los productos que diseñan, fabrican y comercializan. De esta forma se aseguran de que los usuarios finales tendrán que reponer en un momento determinado, decidido previamente, el producto defectuoso por uno nuevo. Esta corriente establece que es menos costoso desprenderse del objeto defectuoso que repararlo. Para la industria, esta actitud estimula positivamente la demanda al alentar a los consumidores a comprar de modo artificialmente acelerado nuevos productos. Dejando aparcada la discusión ética que esta manera de proceder puede generar en los usuarios, el principal problema que genera es la gestión de los residuos ocasionados por los productos y los propios procesos de obtención.
 
Como propuesta de solución al problema de la gestión de los residuos y con el concepto de favorecer un desarrollo sostenible. Aparece en la década de los 90 una nueva corriente y filosofía para el diseño de productos y procesos. El manifiesto del arquitecto estadounidense William McDonough y el químico alemán Michael Braungart en su libro Cradle to Cradle es un llamamiento a la transformación de la industria humana mediante el diseño ecológicamente inteligente. 

En su opinión: la industria y el medio ambiente no son contrarios ni enemigos, sino que, combinándose, pueden ofrecer oportunidades al comercio para mejorar la gestión del consumo en beneficio de las empresas, pero también de las personas y del planeta.
Según el cradle to cradle, podríamos mantener nuestro ritmo de consumo derrochador sin perjudicar el medio ambiente siempre que creásemos técnicas de producción más eficaces y, lo que es más importante, siempre que no produjésemos residuos. ¿Suena a utopía? No tiene por qué serlo si seguimos el concepto cradle to cradle, según el cual residuo = alimento. La idea es sencilla: todos los inputs y outputs de materiales deben ser nutrientes técnicos (representados por el ciclo azul) o bien nutrientes biológicos (el ciclo verde). De ese modo, los nutrientes técnicos, como los plásticos, el cristal o los metales, se pueden reutilizar o reciclar fácilmente sin que el material pierda calidad. Por otro lado, los nutrientes biológicos, como la madera, el algodón o el corcho, se pueden compostar para convertirlos en nutrientes de otros materiales renovables futuros. El reto es no mezclar materiales biológicos y técnicos de manera que no se puedan separar al final de su vida, ya que ello imposibilitaría su reciclaje o su reutilización. 
A pesar de lo sencillo que pueda sonar, la factibilidad del cradle to cradle ha despertado cierto escepticismo en cuanto a su viabilidad y aplicación, aunque cada vez hay más productos que obtienen este distintivo avalando su diseño, otorgado por el Cradle to Cradle Products Innovation Institute.

No obstante, una cosa está clara: el ciclo de vida de los productos es cada vez más corto por el gran avance de la eletrócnica y la tecnología, y los recursos son cada vez más limitados, por tanto las empresas que sepan anticparse a sus competidores creando diseños ecologicmanete inteligentes, tendrán una posición de fortaleza en su mercado. Puede que estemos ante la Próxima Revolución Industrial y tenemos que asegurar que sea verde y que genere beneficios tanto para las personas como para el planeta.


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